
La motivación de Eddie Lawson era montar en moto. Desde que subió de pequeño a una de ellas, supo que era lo que quería hacer el resto de su vida. Lo cierto es que, de todos los pilotos que componen la Edad de Oro de los americanos en 500, es el único que no ha vuelto por el paddock, pero sigue montando todos los días en moto de campo, porque es lo que le gusta. También es de los pocos pilotos que han gestionado bien el dinero ganado durante su carrera deportiva, y no ha vuelto a trabajar. Es de suponer que, desde su punto de vista, la competición fue un paréntesis de su ida que le permite vivir como quiere, pero no parece que añore el Continental Circus o las carreras. Sus logros deportivos solo están a la altura de los más grandes. 4 campeonatos del Mundo de la categoría máxima no los han ganado grandísimos campeones como Schwantz, Rainey o Jorge Lorenzo, pero se da la circunstancia de que poco después de acabar su carrera deportiva vino de manera consecutiva el trienio de Rainey y los cinco años de Doohan. Inmediatamente después, el fenómeno Rossi. Parece que los 4 campeonatos de Eddie Lawson no se valoran ahora como en su tiempo no se valoraron sus dos primeros entorchados. Ese es el sino de Awesone Lawson, pero al él le da igual; sigue montando en moto por el desierto de baja California.
Un capítulo escrito y realizado por Pipe Hinojosa y Adolfo Calles.